martes, 12 de marzo de 2013



Lo que sí dijo Don Quijote de la Mancha...

cc por danilopez

Nada tan falso como afirmar que fue Don Quijote de la Mancha quien dijo "dejad que los perros ladren, Sancho, es señal que avanzamos", pues en ninguna parte de su obra, Miguel de Cervantes Saavedra la escribió; sin embargo, existen otras frases importantes que, ciertamente, fueron anotadas en esta obra, como lo son:

"... que no se ha de decir por mí, ahora ni en ningún tiempo, que lágrimas y ruegos me apartaron de hacer lo que debía a estilo de caballero"; (capítulo XX, tercera parte).

"No hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la experiencia misma, madre de todas las ciencias"; (capítulo XXI, tercera parte).

"Los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios"; (capítulo LXVII del Tomo II).

"Es mejor ser loado de los pocos sabios que burlado de los muchos necios"; (capítulo XLVIII, cuarta parte).

"Ninguna cosa de esta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse favorecidos de sus damas"; (capítulo VIII del Tomo II).

"Quitarle a un caballero andante su dama es quitarle los ojos con que mira, el son con que se alumbra y el sustento con que se mantiene ... el caballero andante sin dama es como el árbol sin hojas, el edificio sin cimiento y la sombra sin cuerpo de quien se cause"; (capítulo XXXII del Tomo II).

"La valentía que no se funda sobre la base de la prudencia se llama temeridad; y las hazañas del temerario más se atribuyen a la buena fortuna que a sí mismo"; (capítulo XXVIII del Tomo II).

"Mucha diferencia hay de las obras que se hacen por amor de las que se hacen por agradecimiento. Bien puede ser  que un caballero sea desamorado, pero no puede ser, hablando en todo rigor, que sea desagradecido"; (capítulo LXVII del Tomo II).

En breve, Don Quijote nos deja una gran enseñanza, en la que radica su grandeza, aquella que nos dice que todo hombre debe ser caballero y todo caballero debe servir a su dama y a quien lo ha de menester, sea en sanidad o en locura. ¡Que viva el Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la Mancha!, gracias Don Miguel de Cervantes Saavedra.


Lo que debe interesar cuando de uno se habla...


Don Alonso Quijano, ingenioso y bravo hidalgo, caballero de triste figura..., de La Mancha el Quijote. Noble y gallardo caballero andante por su propio corazón e itinerante por así permitirlo la razón; con alma y pensamiento desnudos, con el cuerpo cubierto por menguada armadura que, poco desquiciado e imprudente, hombre sumamente elocuente que de gloria se vistió al cuerdo morir, pero más porque loco vivió.

Sean todos bienvenidos a este breve espacio informático y cibernético que tiene el simple propósito de destacar la enseñanza vertida por el creador de Don Alonso Quijano, originario de La Mancha. Espero sea de su agrado.

Seguramente existen más de mil y una maneras para describir al maravilloso personaje con letras dibujado por Miguel de Cervantes Saavedra, porque definirle imposible es; y una de sus enseñanzas de vida, que sigue viguente y siempre continuará siendo, en relación de lo que debe hacerse al saber que de un mismo se habla, parafraseando su decir, es la siguiente:

... Y dime, Sancho amigo, ¿qué es lo que dicen de mí por aquel lugar?; ¿en qué opinión me tiene el vulgo, en cuál los hidalgos y en cuál los caballeros?; ¿qué dicen de mí valentía, qué de mis hazañas y qué de mi cortesía?; ¿qué se platica de lo que he decidido resucitar, volver al mundo la ya olvidada orden caballerezca?; finalmente, quiero Sancho, me digas lo que de esto ha llegado a tus oídos, sin añadir al bien ni quitar al mal cosa alguna, que de los vasallos leales es decir la verdad a sus señores en su ser y figura propia, sin que la adulación la acreciente ni que un vano respeto la disminuya.

La enseñanza particular que resalta esta paráfrasis, a simple vista, debería ser considerada por personas con cargos importantes, por políticos, por personas públicas, por citar algunas, pues, por un lado, nos expresa que debemos decir las cosas con fidelidad y honestidad, de manera correcta y cierta; y, por otro lado, que, sin importar que pueda gustarnos o no lo que se nos diga, debemos estar dispuestos a escucharlo.